Las secuelas de Nagorno-Karabaj: una encrucijada geopolítica
Aryaman Srivastava es un estudiante de primer año de lectura (BSc) en Política y
Relaciones Internacionales en el Departamento de Ciencias Políticas de la University College London (UCL).
Diplomacy Review
Nagorno-Karabaj, una región montañosa en la región del Cáucaso Meridional que comprende una población mayoritariamente étnica armenia, ha sido objeto durante mucho tiempo de tensiones entre Armenia y Azerbaiyán. La Segunda Guerra de Nagorno-Karabaj, también conocida como la guerra de los 44 días, de 2020 vio a las fuerzas azerbaiyanas salir victoriosas. Una tregua entre las partes en conflicto mediada por Rusia, un aliado de Ereván, en noviembre de 2020 permitió a Azerbaiyán recuperar todos los territorios que rodean la región de Karabaj, al tiempo que permitió a las fuerzas de paz rusas supervisar el único camino, conocido como el Corredor de Lachin, que conecta Armenia con la región.
Sin embargo, el inicio de una resolución pacífica duró poco. Azerbaiyán remilitarizó la región en septiembre de 2023 basándose en la realización de actividades “antiterroristas”. Como resultado de la agresión de Azerbaiyán, el sustento de casi 120.000 personas de etnia armenia se vio amenazado. Las protestas públicas en Armenia no han hecho más que aumentar aún más la presión sobre el Primer Ministro Pashiyan para que proteja a su pueblo en Karabaj. ¿El éxodo masivo de personas de etnia armenia y la amenaza subyacente de persecución conducirán finalmente a la ocupación total de la región por parte de Azerbaiyán? Más importante aún, ¿la última confrontación amenaza la soberanía de Ereván? La última crisis plantea preguntas apremiantes sobre el futuro del conflicto, sus implicaciones a largo plazo para Armenia y la cambiante situación geopolítica entre los actores involucrados.
Una de las principales implicaciones del conflicto de Nagorno-Karabaj para Armenia ha sido una situación geopolítica en evolución que amenaza cada vez más sus fronteras territoriales y su soberanía. Sin duda, el conflicto ha sido un punto de discordia y descontento para los armenios. Casi 100.000 personas de etnia armenia, más del 70% de la población total, han huido de regreso a Armenia, lo que exacerba la presión sobre los recursos gubernamentales, dada su ya escasa población. Nagorno-Karabaj se disolvió el día inaugural de 2024 por el acuerdo de alto el fuego. No obstante, la preocupación subyacente entre los armenios radica más en el futuro de Armenia que en la pérdida de la región de Karabaj. Este temor surge de la falta de socios estratégicos de Armenia en la región que garanticen la seguridad de sus fronteras territoriales, presionando a la administración de Pashiyan.
Más importante aún, la virtual rendición del enclave por parte de Ereván apunta a un problema político interno más amplio de liderazgo. Se puede plantear que, si bien existe un creciente descontento con la administración de Pashiyan, la elección de cualquier otro candidato amenazaría la democracia armenia debido a sus afiliaciones rusas y su postura antidemocrática sobre la gobernanza. Además, un intento de golpe de Estado en 2021 en respuesta a la insatisfacción de los militares por la derrota de Armenia en el conflicto de Karabaj de 2020 indica una creciente resistencia interna al gobierno de Pashiyan. En todo caso, no se puede descartar la posibilidad de otro intento de golpe, considerando la pérdida total del enclave de Karabaj por parte de Armenia.
Teniendo en cuenta las implicaciones regionales, las tensas relaciones con su aliado más cercano, Rusia, se hicieron evidentes a través de la inacción del Kremlin ante la ocupación de Karabaj por parte de Azerbaiyán, apoyada por Israel y Turquía. Se puede ver el papel inactivo de Rusia como una forma de castigar a Armenia por desviarse de la “Organización del Tratado de Seguridad Colectiva” (OTSC) iniciada por Rusia en busca de apoyo occidental. Por lo tanto, la decisión de Armenia de ratificar el Estatuto de Roma no ha hecho más que disgustar aún más a Putin, que ha sido objeto de órdenes de arresto de la Corte Penal Internacional (CPI) por la guerra en Ucrania.
En cuanto a la grave inestabilidad interna causada por el último enfrentamiento en Karabaj, también hay que tener en cuenta los futuros motivos regionales de Azerbaiyán, además de la reducción del apoyo ruso. Las sólidas relaciones de Azerbaiyán con Turquía a la luz del menguante apoyo de Rusia y Occidente a Armenia, dada la mayor importancia del conflicto entre Israel y Hamas, pueden fomentar un motivo claro para la expansión. Bakú desea la apertura del corredor Zangzeur en el sur de Armenia para brindar acceso irrestricto a Nakhchivan, un enclave azerbaiyano ubicado al oeste de Armenia, en la frontera con Irán y Turquía. Ereván se opone a la apertura del corredor por temor a una violación de su soberanía y de sus fronteras territoriales. Sin embargo, los comentarios del presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, en 2021 sugirieron el posible uso de medios coercitivos para establecer el corredor “lo quiera Armenia o no”. Dado el status quo actual, Azerbaiyán ya ha logrado avances preliminares hacia el desarrollo del marco infraestructural para el corredor. Al mismo tiempo, su fuerte relación con Turquía estipula que Bakú podría salirse con la suya, incluso si es a expensas de la soberanía armenia. Esta dinámica de poder desequilibrada ha llevado a lo que muchos estudiosos describen como una “anexión progresiva”.
Sin embargo, establecer el corredor Zangzeur amenazaría a Armenia y Europa al permitir a Azerbaiyán, con el apoyo de Turquía y Rusia, controlar una vía crítica que une Europa y Asia Central. En consecuencia, la Unión Europea (UE) debe reforzar su apoyo a Armenia y fomentar conversaciones pacíficas con Azerbaiyán a través del Fondo Europeo de Paz, que le permita aumentar la seguridad de la defensa de los países que no forman parte del bloque. Un avance positivo ha sido la ampliación de la misión de la UE a Armenia (EUMA) para aumentar la vigilancia fronteriza y prevenir la posible violación de las condiciones del alto el fuego. Además, para garantizar el uso eficaz de una mayor seguridad de defensa, la provisión de entrenamiento y educación militar por parte de la UE a las fuerzas armenias también puede contribuir en gran medida a disuadir las amenazas a su soberanía y evitar la escalada inmediata de una invasión.
En última instancia, Ereván se encuentra en una encrucijada geopolítica, dadas sus deterioradas relaciones con Rusia y la feroz amenaza de Azerbaiyán y Turquía a sus fronteras territoriales. La UE tiene un papel imperativo que desempeñar como organismo mediador para garantizar el mantenimiento de la soberanía territorial de Armenia limitando la apertura de fronteras y al mismo tiempo proporcionando ayuda humanitaria para la afluencia de refugiados de etnia armenia. Más importante aún, si bien no puede por sí solo someter a los vecinos de Armenia, ciertamente puede aliviar la abrumadora dependencia de Ereván de Rusia, negociar un acuerdo de paz y ofrecerle la estabilidad que necesita desesperadamente.
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